“Un homenaje a Pajares»

Fotocrónicas (XLIII)

            Se cumple ahora un cuarto de siglo de la inauguración del embalse de Pajares. Y 30 años de que se fueran los últimos vecinos de aquella aldea que dio su nombre a esta obra. Fue una larga agonía que se inició en 1925 y que, envuelta en rumores, condicionó cualquier posible desarrollo de la aldea.

Pajares se erguía en la confluencia de los ríos Piqueras y Lumbreras, en un idílico paraje de choperas, prados, huertas y bosques. Sus moradores vivieron siempre del ganado, así lo permitía una naturaleza privilegiada gracias a la abundancia de agua y de pastos.

Quien llega ahora hasta allí, se embelesa con un territorio maravilloso de montañas, praderíos, bosques y ríos, pero no imagina lo que quedó enterrado bajo las aguas del embalse que, no obstante, pone con sus brillos, colores, reflejos y frescura una pincelada de enorme belleza a estas tierras cameranas.

Para los vecinos que fueron y que son de Pajares y también para los del barrio de Abajo de San Andrés va este sentido recuerdo.

Texto y fotografía: Jesús Mª Escarza Somovilla